21 mar 2009

MÁS SOBRE LA PRÓTESIS


LA CITA CON EL DENTISTA

(Probablemente uno del servicio público)


K.Ese.Escoria


Me dolía la muela, decidí ir al dentista, pero luego pensé que para estar sentado con la boca abierta, escuchando a otros hablar sobre sus vidas, mientras todavía me duele la muela, escupo y soy víctima de ruidos estridentes…mejor me voy al teatro.


Y me fui a La Prótesis.


Un consultorio evidentemente sucio, con instrumental incompleto, insuficiente e infectado, un doctor que duerme ahí mismo y tampoco tiene mucha higiene personal. Hasta ese momento, nada nuevo para el país de donde yo vengo (repito que el tercer mundo puede ser sorprendente). Es necesario extirpar una muela. No la mía, al cielo gracias.


Ya que estamos en esto de representar la realidad, ¡representemos la extirpación! Nunca me sentí tan en el dentista, sin estar ahí. Nada de lo que sucedió (exceptuando la ópera y quizás ni eso) no me hubiese sucedido en mi propio doctor. Exceso de anestesia, dolor, una infame luz que te rompe las retinas, el doctor hablando mientras uno tiene la boca abierta, falta de escupidero. En ese sentido la obra me tocó íntimamente, me sentí de nuevo en casa.


En la propuesta los actores quisieron mantener el secretismo y lo lograron, muchos diálogos de la obra todavía son un secreto para mí. Y me hicieron esforzar hasta los premolares tratando de entenderlos y luego la chica esa, con su carita de ángel me transmite esa sensación de “algo me va a doler”, “algo me va a doler” (no sé si el puñetazo que el marido le va a meter o la ineficiencia del dentista obsesionado con su madre). Y si…efectivamente me dolió algo. El final de la obra. Me dolió el haberlo predicho.


De todas formas siento que me sacaron la muela, ya no necesito ir al dentista.


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